viernes, 8 de abril de 2011

VINIO (Cuento)

Vinio Montrelli despertó esa noche pensando en ella. Probablemente ella estaría dormida en
ese momento ya que, a diferencia de él, ella era mortal. Con algo de dificultad quitó la tapa del féretro y salió como si una fuerza extraña lo hubiera elevado. Había pasado casi media hora cuando Vinio salió de su casa y fue en busca de alimento.

Caminó un rato hacia el oeste hasta llegar a su lugar predilecto para cazar: la fuente de Trevi. Se sentó junto a la heladería, y comenzó a observar. La gente pasaba desentendida, y los turistas admiraban la belleza del lugar mientras aventaban monedas al agua y se tomaban fotografías desde todos los ángulos posibles. Vinio continuaba observando, pero en realidad no se concentraba en conseguir la sangre de esa noche, su mente no podía separarse de ella.

Al darse cuenta de su falta de interés en lo que sucedía a su alrededor decidió ir a visitarla, sólo miraría por la ventana, y la observaría dormida, sí, eso era todo lo que haría, ya comería algo en el camino.

Se levantó rápidamente y comenzó su travesía. En cualquier otra noche hubiera atacado a alguna persona en ese momento y entonces hubiera volado hasta llegar a la ventana de su amada, pero no esa noche. Caminó hasta llegar a un túnel; de esos para los autos que la modernidad había traído con ella, sin embargo las luces estaban apagadas. Esto no le
causaba ningún problema ya que, siendo un vampiro, no tenía dificultades para ver en la oscuridad. Entró al túnel sin pensarlo dos veces, pero reaccionó al escuchar un llanto. Desde lejos, Vinio pudo notar que se trataba de una joven que lloraba quién sabe por qué.

Vinio se acercó a ella y se sentó a su lado; entonces la abrazó. Ella no dijo nada, simplemente siguió sollozando. Vinio la acercó maliciosamente a su cuerpo, lentamente le mordió el cuello y bebió toda su sangre. El cuerpo de la joven yacía inerte sobre el pavimento, pero no se veía ninguna señal de su atacante. Fuera del túnel Vinio emprendía el vuelo para llegar hasta la ventana de su amada.

A lo lejos se veía, entre las apretadas casas de la ciudad, una en especial: la casa de Constanza. Poco a poco y cuidando no ser visto, Vinio bajó del cielo hasta que, silenciosamente, sus suelas tocaron de nuevo el pavimento. Miró entonces por la ventana y ahí estaba ella, durmiendo. Por algunos minutos él la admiraba desde afuera; su semblante parecía imperturbable, pero en realidad por dentro estaba ardiendo en ganas de verla de cerca, de tocar su piel. Se decidió de pronto, tenía que entrar.

Despacio avanzó hasta la puerta, intentó abrir pero la llave estaba puesta; se elevó entonces hasta las ventanas del segundo piso: todas cerradas. Las ideas se estaban agotando al igual que las oportunidades, entonces forzó una de las ventanas y entró sigilosamente.

Llegó al cuarto de Constanza, abrió la puerta y admiró su belleza, el cabello se le acomodaba en ángulos extraños sobre la almohada y mostraba su perfil, hermoso y pacífico. Vinio dio un paso pero la puerta se cerró sola haciendo un ruido sordo. El sueño de Constanza se vio interrumpido por un sobresalto, abrió los ojos y se quedó viendo fijamente al vampiro, entonces sonrió.

Vinio se había prometido sólo mirar, pero ver los ojos de Constanza lo incitaban más que nunca a acercarse y besarla. Ella se sentó sobre la cama e intentó peinarse un poco, pero Vinio le tomó las manos y no dejó que continuara. La reacción de Constanza al ver que el vampiro se sentaba sobre su cama fue muy diferente a lo que Vinio esperaba: ella se hizo para atrás y alejó sus manos para que él dejara de tocarlas, su expresión destilaba miedo.

Se había retractado de lo que iba a hacer al sentir la textura de las manos de Vinio, eran frías, en realidad heladas como el hielo y la piel era como cera a medio derretir...pero fría. Vinio intentó acercarse un poco más, pero ella seguía haciéndose para atrás. Él se levantó y la miró decepcionado. Desapareció.

Volvió a aparecer en la azotea de la casa. La luna era entonces la única que lo observaba. El vampiro se sentó en el suelo humedecido por la brisa de la noche, entonces lloró; lloró como no lo había hecho hacía ya siglos, cuando la guerra acababa con todo lo que él alguna vez amó.

Había conocido a Constanza la noche anterior mientras cazaba, ella había ido a pasear a la fuente de Trevi y él, contra su naturaleza vampírica, se había enamorado. Estuvo con ella toda esa noche, platicando de todo y de nada, y mientras más pasaba el tiempo, él más la amaba.

Un ruido que provenía de la casa lo sacó de sus recuerdos. Salió a la azotea la mujer que hacía un día amaba, pero ahora odiaba. Ella se sentó a su lado y conversaron un poco, sin embargo, él no paraba de llorar. Los ojos azules y fantasmales de Vinio se llenaban de lágrimas a todo momento: cuando ella hablaba, cuando la miraba...todo sobre ella le causaba ahora una gran tristeza, la más grande desde aquellos tiempos de guerra.

Ella tomó su cara y sin decir más lo besó. Vinio simplemente se acercó a su cuello y con una mordida disfrazada de beso la desangró lentamente, disfrutando con malicia la agonía de la
mujer.

Sobre la azotea de la casa, inundada en lágrimas, yacía el cuerpo de la hermosa joven pero no había señal de su atacante. Más arriba, en el cielo, una figura opaca observaba el cadáver con una sonrisa en la cara pero llorando aún más.

jueves, 31 de marzo de 2011

Teoamoxtli (Libro Sagrado de los orígenes)

Estoy trabajando en una novela histórica, pero cabe recalcar que nunca fui buena en historia. Tengo buena memoria, lo que me permitía aprenderme todo como periquito en aquellos tiempos de la primaria y la secundaria para sacar 10 en los exámenes.

Bueno, esta vez me mordí la lengua. Aquellos comentarios de "esto nunca me va a servir" (comentarios infantiles que todos hacemos como queja a la escuela) se me han regresado para darme de topes contra la pared casi 10 años después.

Me dio por escribir basándome en una investigación previa. Es la vida de Nezahualcóyotl, o parte de ella; y dicha investigación que tengo como base es muy completa, pero intuye que el lector (o sea yo) sabe mucho de la historia del México Prehispánico. No es el caso.

¿Por qué no me aprendí bien todo eso? Como diría mi mamá, ahorita estoy pariendo chayotes, me salen nombres de ciudades que ni siquiera puedo escribir rápido en el teclado, es más, leerlos cuesta trabajo, ¡y ni se diga de los nombres de la gente! que además me tengo que aprender el significado porque en algunas ocasiones aparece el nombre en Náhuatl o Matlatzinca (según sea el caso) y en otras aparece en español... gracias a eso sé que Ixtlicoyu significa Cara-Larga y Nezahualcóyotl significa Coyote con hambre o en ayuno (no puedo negar que ésta última me causó gracia).

Opté por informarme más, tomé un libro de mi mamá que se llama El Corazón de Piedra Verde de Salvador de Madariaga, que también es novela histórica, y aunque posterior a la vida de Nezahualcóyotl habla de la vida de su hijo Nezahualpilli y la llegada de los españoles. Aún no lo termino pero cabe recalcar que además de una riquísima narrativa promete un excelente final.
El punto es que me ha servido mucho, y por lo menos con ayuda del libro y de Internet ya tengo una idea bastante clara de lo que eran las cosas en ese tiempo.

Bien, hasta aquí llega este texto, tendré que seguir escribiendo la historia de Coyote en ayunas pues aún falta un largo camino por recorrer y muy poco tiempo para hacerlo, pero si hubiera puesto atención en clase de historia tal vez el camino sería más corto y tendría más tiempo... ni modo, seguiré trabajando aunque esté medio Ixtlicoyu.

miércoles, 30 de marzo de 2011

La Piedrita en el Zapato

Heme aquí de vuelta, todavía con dos muelas del juicio pero con varios kilos menos; nuevos intentos y una situación que se ha hecho permanente por más que intente sacarla de mi vida, a patadas, a gritos... he intentado de todo pero simplemente no se deja.

Me he tratado de convencer mil veces de que no me afecta, pero sí, me afecta ¡maldita sombra! No es necesaria mayor descripción, ella misma lo dijo "Estoy en medio nada más molestando"... qué bueno que lo sepa, por lo menos así tiene oportunidad de hacerse tonta más tiempo y seguir rondándome como mosca, acechando en las orillas de un algo que está completamente fuera de su alcance (o por lo menos eso quiero pensar).

Desgraciadamente deshacerme de esta piedrita en el zapato no es nada más cosa mía, hay otra ficha en el juego, y también se mantiene en su lugar. Ganas de moverse no le faltan, podría ser que le sobraran, pero no sé en qué existencia tan cómoda, compleja o desidiosa se encuentra que no es capaz más que de avanzar un milímetro muy de vez en cuando.

Alguna vez intenté dejarlo todo atrás, desde luego no funcionó. Después quise adaptarme y en esas vamos, pero ya me di cuenta de que me resulta imposible. Hay de dos sopas: o me quito el zapato y lo sacudo o de plano dejo que la desgraciada piedrita se incruste en mi pie y yo aprenda a vivir con ella y con su interminable molestia.

Me niego, como ya lo he hecho muchas veces antes y al final acabo cediendo "sólo camina unos metros más"- me digo y así ya llevo un buen rato andando. Me queda la esperanza de que llegará el día en que un tropezón me diga "hasta aquí" y entonces me quite el zapato para sacudir la piedra y siga caminando ya sin tan desagradable molestia.

Existe una tercera opción, que es que en algún momento un paso haga que la piedra se deslice por un borde y termine por irse, pero esta es una piedra voluntariosa, así que no hará esto a menos de que le dé la gana y como viene en mi camino calientita y bastante cómoda de no tener que ser ella la que se mueva, dudo mucho que esta alternativa le resulte atrayente a corto plazo. ¿Quién sabe? a lo mejor de pronto encuentre otro en quien montarse y se largue de una buena vez. Ojalá, como quien dice "que Dios me oiga".

Ahora que vengo a pensarlo, quizá la piedra no está en mi zapato por mucho que así yo lo crea, sino en el zapato de alguien más, de esa tercera persona... no me importa igual me molesta como si yo también la tuviera.

Muy odiada piedrita: Por este medio te exijo que vayas a molestar a alguien más, que hagas tu propio camino. Intenté quererte, intenté entenderte e intenté correrte... a ver si con esta cartita entiendes.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sansón R.I.P.


Este texto probablemente no tendrá mucho de divertido, pero sí tiene más sentimientos que cualquiera de los otros que he escrito, pues el día de hoy falleció mi perro, que más que una mascota era mi familia y mi mejor amigo. La tristeza tan profunda que hay en mi corazón en este momento es una de las peores que he sentido en mi vida.

Quince años juntos y hoy te fuiste, me dicen que ya eres un ángel pero aún no puedo creer que ya no estés aquí. Te vi irte y aún así mi mente se niega a aceptar que hoy dejaste de estar físicamente junto a mi. Tu cama vacía, tu plato de croquetas a medio terminar, una veladora y una rosa son lo único que me hace entender que te has ido, y que nunca más te voy a poder abrazar, ni cargarte, ni jugar contigo ni escucharte ladrar.

Espero que estés en un lugar más feliz, donde ya no te agobien las enfermedades y la vejez, donde todo el cariño que me diste en vida te sea recompensado. Espero que tu alma, ahora libre del cuerpo deteriorado, encuentre la paz.

Gracias, gracias por todos los momentos con los que llenaste mi vida, gracias por dedicarme tu existencia y tu amor, tal vez sabías que yo era tu mundo, pero espero haber tenido la capacidad de demostrarte que tú eras el mío también. 

Escribo esto en memoria de uno de los seres más importantes de mi vida y del gran amor que hoy se fue. Gracias por todo Sansón, mi amigo, mi familia... te amo mi vida, descansa en paz.

R.I.P. Sansón
1 mayo 1995 - 13 febrero 2010




lunes, 21 de septiembre de 2009

Benditas Muelas... ajá.



Hace tres días me quitaron las dos muelas del juicio del lado izquierdo, tanto inferior como superior. Yo nunca había sido víctima de los dentistas en este grado así que decidí no dejarme llevar por los nervios y ver la operación como un paso más en el camino de la vanidad.

Todo empezó cerca del 10 de septiembre. La muela de abajo me empezó a doler, un dolor normal, es decir, nada que un buen anti-inflamatorio no pueda quitar o hacer tolerable. Para no hacer el cuento largo, el dolor siguió hasta el 15 de septiembre, día de las fiestas patrias en el que mis amigos y yo habíamos planeado una celebración bastante grande. Desde luego no iba a dejar que una muela interfiriera con mis planes, pero de todos modos hice una cita con la dentista para el jueves 17, no fuera a ser la de malas que se tratara de una infección.

La fiesta estuvo buenísima, chistes, música, comida, bebida y  más detalles en los que no pienso entrar; pero al parecer hasta la muela se emborrachó porque me dejó disfrutar en paz de las tostadas y las carcajadas. El problema fue cuando a la desgraciada se le bajó la fiesta porque se convirtió en una "super encía" que no me dejaba ni cerrar la boca. Nada que otro Bifebral no pudiera solucionar, así que a la media hora (en lo que hizo efecto la medicina) ya estaba como si nada.

Al día siguiente la muela hizo otra vez su berrinche, pero esta vez nos esperaba la dentista, sí, a la muela y a mi. No había más remedio que quitar la muela, y para acabarla de amolar también había que quitar el "tercer molar superior izquierdo" ( o sea la muela del juicio de arriba del lado izquierdo) pues era el que provocaba la macro encía. A mal paso darle prisa y, ¿por qué no? el viernes era el día perfecto para eliminar las dos causas de mi dolor.

Nunca me habían anestesiado antes, ni la boca ni nada, así que la sensación me causó bastante gracia, y más gracia aún ver al doctor luchando con la muela inferior para poderla sacar en cachitos porque las raíces estaban torcidas y no permitían una extracción normal. Sí, ahí estaba yo con la boca llena de sangre, babeando y atacada de risa. 

Mi felicidad duró unas cuantas horas más mientras me veía en el espejo con el lado izquierdo de la cara caído gracias al entumecimiento que la anestesia provoca... Pero pasó el efecto y vino el dolor. Sobra decir que al pobre doctor le zumbaron los oídos toda la tarde y la noche mientras yo comía helado de limón sentada en mi cama con un cachete que parecía globo a medio inflar y un dolor que hacía que la super encía pareciera placentera. Solamente pude dormir una hora, y no conforme con eso moría de hambre y me dio gastritis por tanto medicamento.

Al día siguiente mi mamá habló con el doctor, quien le dijo que lo mejor era que me inyectara un analgésico. ¿QUÉ? ¿Inyectarme? ¡Definitivamente No! Ya estaba incapacitada para comer, beber, dormir, hablar, fumar, etc.  ¿y además me iba a incapacitar para sentarme? porque no era solamente una inyección y listo, no ¡era una cada 12 horas! para acabar pronto hice berrinche y dije que no, que no y que no; entonces el pobre doctor (a quien no dejábamos de llamar aunque era sábado) le dijo a mi mamá que incluyera un medicamento más a la lista... mi gastritis se triplicó pero el dolor de la muela se calmó.

Hasta hoy sigo al pie de la letra las indicaciones para los medicamentos y poco a poco me he vuelto a incorporar a la normalidad, pero ¿a quién se le ocurrió empezar a quitar las muelas del juicio? Yo quiero saber qué hacía la gente con sus "terceros molares" cuando no se los tenían que quitar antes de que salieran sino solamente cuando causaban problemas graves. 

Bien, tuve mi paso al frente en el camino de la vanidad dental, el siguiente es quitar las otras dos muelas y después los dichosos frenos que son todo menos estéticos. Pero para eso todavía falta algo de tiempo, mientras tanto seguiré comiendo helado de limón en lo que se me acaba de quitar la inflamación en el cachete que tanto me recuerda a Kiko, el del Chavo del Ocho. 

miércoles, 15 de julio de 2009

La Obsesión de la Semana.


Hoy es el estreno de la nueva película de Harry Potter, y en el entorno de nosotros los fans se respira un aire de expectativa sobre los nuevos efectos especiales que se añadirán al imaginario que creamos al leer cada uno de los libros. Desde luego dicha expectativa, así como el grado de fanatismo, es mayor en unos que en otros. 

Yo me considero fan, sí, pero prefiero ver la película algunos días después del estreno a estar formada media hora para entrar a la sala y que me toque un lugar espantoso en la primera fila en donde probablemente lo único que consiga sea torcerme el cuello y ahogarme con las palomitas.

Lo anterior no es el caso de muchos. Existen los obsesionados que dejan toda su vida con tal de ir a l estreno a las 12 de la noche, compran los boletos dos semanas antes y si aún no están hablan diario al cine para conseguirlos;  todo para obtener la respuesta "ya están agotados".
Entonces viene la frustración, y se ponen a buscar en todos los cines que tengan a la mano a ver si en alguno, de pura casualidad, hay boletos para el estreno. 

Aquí hay dos posibilidades: una, que en efecto todos los boletos estén agotados y que vayan al día siguiente a verla. Llegan un poco molestos a la función y con los ánimos medio bajos, no toman en cuenta que van a ver EXACTAMENTE LA MISMA PELÍCULA, lo único que les importa es que no fueron los primeros en verla y no pueden tener una conversación con sus amigos igual de obsesionados que ellos que se vieron un poco más listos y sí fueron al estreno. 

La segunda posibilidad es que en efecto logren conseguir los boletos para el estreno. Casi los enmican y los ponen en la caja fuerte donde de seguro no se les van a perder. El día de la película se empiezan a arreglar tres o cuatro horas antes. Unos se visten normal, tal vez un poco más formales de lo que el cine requiere; otros se ponen un pequeño detalle que tenga qué ver con la película, como una bufanda de Slytherin, un escudo de Gryffindor o una varita "mágica" en la bolsa del pantalón; y nunca faltan los más obsesionados que son los que se llevan el disfraz completo de Harry Potter con todo y lentes aunque se les nuble la vista y la cicatriz en forma de rayito pintada con plumón (café, para que parezca piel).

Ya faltan dos horas para la película y el cine empieza a abarrotarse de gente que acecha la entrada a la sala para formarse en cuanto se empiece a hacer fila. Llega el grupito de fans: Pedro alias "el Dobby", Juanita "Hermione" Pérez, Chucho alias "Harry" (por aquello de los lentes); y Adriana alias "la Snitch" por gordita y chiquita.  Entonces se paran frente a la puerta de la sala 16 y se dividen las tareas, uno va por las palomitas, el otro por los refrescos, otro por los dulces y uno se queda apartando el lugar en la fila, ¿qué hará el que se queda esperando para entretenerse? ¿no es obvio?...¡¡¡Claro!!! leer su parte favorita del libro 6 (solamente para asegurarse de que se la sabe de memoria) mientras llegan sus palomitas de caramelo en caja de edición especial de Harry Potter.

Finalmente abren la sala y todos entran a empujones para encontrar el mejor lugar posible. Ya sentados, la publicidad antes de la película es insoportable, esos quince minutos se hacen eternos y finalmente sale el logotipo de Harry Potter. La película va a empezar, una lágrima rueda por la mejilla de Juanita y a Chucho se le enchina la piel. Silencio total, es herejía hablar fuerte durante la película, y más en la función sagrada que es el estreno.

Tres horas después...

Se encienden las luces, la película terminó y entonces se vuelve a permitir la plática, todos hablan de los maravillosos efectos y de las partes que cambiaron del libro, tratando de imaginar cómo hizo el guionista para acomodar las cosas tan bien (o tan mal), admirando cada vez más a J.K. Rowling, la vida no sería igual sin ella; y llorando una vez más porque la saga termina en el libro 7, lo bueno es que todavía faltan una o dos películas, no es tan grande la depresión... en este momento, ya llegará el día para llorar aún más.

Llega la mañana del día siguiente y entonces sí, a presumir que ya vieron la película y a determinar a quién le va a gustar y a quién no, a querer contar los detalles pero sobre todo... ¡a comprar más boletos porque otra vez la quieren ver! 


lunes, 13 de julio de 2009

Susy, Messenger, Otro Blog y el Trabajo.



Gracias a Susy, hoy decidí escribir la primera entrada en este Blog mucho tiempo después de haberlo abierto. 

Aquella vez, ya hace uno o dos años, estaba con toda la disposición de ingresar al menos un texto a la semana a este blog, y con toda la emoción me puse a buscar decoraciones que parecieran entretenidas y amigables para todo tipo de lector, después llené mi perfil y me fijé en todos los pequeños detalles. LLegó el momento de escribir una primera entrada, pero al parecer la inspiración se me fue con todo y emoción, entonces pensé "ya está armado, es suficiente por hoy, mañana escribo algo bueno." Pero al día siguiente tampoco me sentía inspirada, ni al siguiente... hasta que se me olvidó que el blog existía.

Hoy, Susy (una de mis mejores amigas), me recordó que uno de sus amigos tiene un blog, y tras leer una de sus muy cómicas historias recordé que yo también tenía uno. Fue entonces cuando en medio de una conversación de messenger decidí que podía dedicar algo de tiempo a escribir. Explicación a continuación.

 En este momento estoy haciendo el obligatorio y pocas veces agradable servicio social; estoy "trabajando" en una fundación ambiental (de la cual voy a omitir el nombre) en la que solamente les importa que pase las 480 horas que tengo que cumplir sentada haciendo bulto en la oficina. Lo que haga o deje de hacer les tiene sin cuidado mientras entregue los muy pocos proyectos que me piden. 

Esa es la razón por la que hoy, sentada en la oficina, platicando con Susy y sin hacer más nada, decidí que era momento de continuar con Atenerse. Espero que sea para todos una lectura al menos entretenida y que me dejen sus comentarios para poder mejorar este espacio con el paso del tiempo.

Próximamente hablaré más de Susy, a ella le corresponderá un texto bastante largo..... Me tengo que ir, me habla mi "jefe".