miércoles, 30 de marzo de 2011

La Piedrita en el Zapato

Heme aquí de vuelta, todavía con dos muelas del juicio pero con varios kilos menos; nuevos intentos y una situación que se ha hecho permanente por más que intente sacarla de mi vida, a patadas, a gritos... he intentado de todo pero simplemente no se deja.

Me he tratado de convencer mil veces de que no me afecta, pero sí, me afecta ¡maldita sombra! No es necesaria mayor descripción, ella misma lo dijo "Estoy en medio nada más molestando"... qué bueno que lo sepa, por lo menos así tiene oportunidad de hacerse tonta más tiempo y seguir rondándome como mosca, acechando en las orillas de un algo que está completamente fuera de su alcance (o por lo menos eso quiero pensar).

Desgraciadamente deshacerme de esta piedrita en el zapato no es nada más cosa mía, hay otra ficha en el juego, y también se mantiene en su lugar. Ganas de moverse no le faltan, podría ser que le sobraran, pero no sé en qué existencia tan cómoda, compleja o desidiosa se encuentra que no es capaz más que de avanzar un milímetro muy de vez en cuando.

Alguna vez intenté dejarlo todo atrás, desde luego no funcionó. Después quise adaptarme y en esas vamos, pero ya me di cuenta de que me resulta imposible. Hay de dos sopas: o me quito el zapato y lo sacudo o de plano dejo que la desgraciada piedrita se incruste en mi pie y yo aprenda a vivir con ella y con su interminable molestia.

Me niego, como ya lo he hecho muchas veces antes y al final acabo cediendo "sólo camina unos metros más"- me digo y así ya llevo un buen rato andando. Me queda la esperanza de que llegará el día en que un tropezón me diga "hasta aquí" y entonces me quite el zapato para sacudir la piedra y siga caminando ya sin tan desagradable molestia.

Existe una tercera opción, que es que en algún momento un paso haga que la piedra se deslice por un borde y termine por irse, pero esta es una piedra voluntariosa, así que no hará esto a menos de que le dé la gana y como viene en mi camino calientita y bastante cómoda de no tener que ser ella la que se mueva, dudo mucho que esta alternativa le resulte atrayente a corto plazo. ¿Quién sabe? a lo mejor de pronto encuentre otro en quien montarse y se largue de una buena vez. Ojalá, como quien dice "que Dios me oiga".

Ahora que vengo a pensarlo, quizá la piedra no está en mi zapato por mucho que así yo lo crea, sino en el zapato de alguien más, de esa tercera persona... no me importa igual me molesta como si yo también la tuviera.

Muy odiada piedrita: Por este medio te exijo que vayas a molestar a alguien más, que hagas tu propio camino. Intenté quererte, intenté entenderte e intenté correrte... a ver si con esta cartita entiendes.

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